La Iglesia Evangélica en Santisteban del Puerto – Memoria y contexto histórico

Recuperación de la memoria de la comunidad evangélica de Santisteban del Puerto a través de testimonios, complementados con los antecedentes históricos y el contexto social.

Recovery of the memory of the evangelical community of Santisteban del Puerto through testimonies, complemented by the historical background and social context.

INTRODUCCIÓN

Desde hace décadas, existe en Santisteban del Puerto una comunidad de culto cristiano evangélico. La conforman algunos de nuestros vecinos, a los que nos referimos comúnmente como «protestantes». En este artículo vamos a tratar de conocer más sobre su origen y contexto, recogiendo la memoria de la comunidad evangélica santistebeña, como parte de la rica y común memoria de Santisteban. 

Para ello contaremos fundamentalmente con sus testimonios directos, pero también nos basaremos en distintas fuentes como conferencias, documentales y prensa del S. XX que nos permitirá entender y contextualiza el origen de esta comunidad cristiana y su relación con el establecimiento de los cultos protestantes en la España de finales del S. XIX y principios del XX, dando un repaso a la situación en los pueblos de nuestro entorno. 

La pregunta principal que nos hacemos es ¿cómo y cuando surge la comunidad Evangélica de Santisteban del Puerto?  

Contamos con los testimonios de Ramón Padilla López y de Loren Padilla Padilla, que nos trasladan una pequeña parte de su memoria familiar sobre el origen y el devenir de los evangélicos santistebeños. 

LA MEMORIA

Los recuerdos de Ramón Padilla 

Nos cuenta Ramón que su abuelo, Ramón Padilla, «Ramoncico», de origen almeriense y pequeño propietario en Santisteban del Puerto, siempre trataba de ayudar en la medida de sus posibilidades a la gente que más lo necesitaba. Lo hacía de muchas formas y una de ellas era dando trabajo en la recogida de aceituna. Tenía Ramón una norma que cumplía y hacía cumplir siempre: cuando en su casa se ponía la mesa, todo el que estuviera cerca tenía que sentarse a comer, fuera quien fuese, y sin importar el número de personas.  

Uno de esos años, en la segunda mitad de la década de los 40 del pasado siglo, Ramón dio trabajo a varias mujeres de Sabiote en la recolección de aceituna. Estas aceituneras profesaban el culto evangélico, y pidieron permiso a Ramón y su esposa María para que el pastor de su comunidad pudiera visitarlas en el ejercicio de su ministerio. Por supuesto, María y Ramón accedieron sin poner ningún obstáculo. 

El predicador se llamaba Manuel Jurado, que posteriormente, durante la transición, se convertiría en el primer alcalde socialista de Sabiote. Sobre su figura volveremos más adelante. 

María Latorre, «Mariquita», la esposa de Ramoncico, era una mujer muy religiosa y muy temerosa de Dios. Las predicaciones del pastor, asegurando la salvación mediante la fe y sin intermediación, hicieron que María comenzase a profesar el culto protestante evangélico. Antes que María, el mayor de sus cuatro hijos, Miguel Padilla, ya se había convertido al cristianismo evangélico. También lo haría Pepe Padilla, el más pequeño.  

Ramoncico continuó con sus creencias católicas, manifestando que esa era la religión de sus padres y abuelos, y que, si había un Dios, este sería el mismo para todos y no tendría en cuenta el camino elegido por cada cual. Junto con Ramón, continuaron conservando las creencias católicas sus hijos Manuel y Paulino. Jamás hubo ninguna discusión entre Ramón y su esposa María por cuestiones de religión.  

Y así fue como tuvo su origen la comunidad Evangélica de Santisteban del Puerto, bajo la asistencia del pastor de Sabiote. Como dato curioso, nos cuenta Ramón Padilla que su abuela María era una cristiana muy devota, hasta el punto de que antes de su conversión al cristianismo evangélico, ya dedicaba un espacio en su vivienda como oratorio católico. En esta sala tenía distintas estampas con imágenes de la Virgen María y una cruz «de la misma madera de la Cruz de Cristo» —aseguraba, tal y como le habían asegurado antes a ella—. Fruto de su devoción a la Virgen María, puso a cada una de sus cuatro nietas mayores los nombres de distintas advocaciones: María Guadalupe, por la patrona de Úbeda, María de la Estrella, por la patrona de Navas de San Juan, María de Tíscar, por la patrona de Quesada y de la Sierra de Cazorla, y María del Collado por la patrona de Santisteban. 

Tras su conversión, siguió dedicando esta estancia al culto, esta vez evangélico, convirtiéndola en una capilla para que todos los fieles de la nueva comunidad pudiesen celebrar allí sus reuniones y actos. Y aunque tuvo que retirar las estampas religiosas, siguió manteniendo discretamente la cruz junto a unas flores, pese a las prohibiciones iniciales del pastor de venerar símbolos e imágenes. Posteriormente se suavizó la postura con respecto a este símbolo, y María pudo lucir su cruz abiertamente. 

A consecuencia de su conversión, en aquellos tiempos especialmente duros, los evangélicos de la familia Padilla sufrieron bastantes presiones y molestias por parte de las autoridades. A los hombres les retiraron las armas de caza que tenían. Cada poco tiempo tenían que comparecer ante la Guardia Civil y fueron tratados como «elementos subversivos». Incluso los niños llegaron a tener problemas en la escuela, que se acentuaban o desaparecían según el maestro de turno. 

Los recuerdos familiares de Loren Padilla 

Loren Padilla nos traslada su parte de la memoria familiar con las aportaciones imprescindibles de su madre, Juanita. 

Juanita es hija de Miguel Padilla Latorre, la pequeña de seis hermanos. Miguel, como ya hemos visto, era el hijo mayor de Ramoncico y Mariquita. Miguel era un hombre muy religioso, inicialmente un fiel católico practicante con muchas inquietudes. En la segunda mitad de la década de los años 40 Miguel continúa siendo un fiel practicante, pero convertido al cristianismo evangélico. Su conversión se lleva a cabo tras contactar con las referidas aceituneras de Sabiote, y a través de éstas con el pastor evangélico, Manuel Jurado.  

Parece ser que Ramoncico, ante la conversión de su hijo Miguel al cristianismo evangélico, pidió consejo al que era su confesor, un cura católico santistebeño muy afamado en aquella época por su particular temperamento y formas. El consejo que le dio este sacerdote fue que «le pegara una paliza a su hijo por haberse hecho protestante». Sorprendido y contrariado, Ramoncico contestó que, ¡de qué manera iba él a pegar a un hombre con seis hijos!, y más cuando éste no había cometido ninguna falta. Ramoncico ignoró los consejos del cura y asumió la nueva situación. 

Retrato de Miguel Padilla
Retrato de Miguel Padilla

A partir de su conversión, todo fueron dificultades para Miguel y su familia, suscitando el recelo y el rechazo de las autoridades civiles y religiosas —sobra decir que uno de los pilares del régimen era el catolicismo, siendo aquella la época más acusada de lo que posteriormente se denominó «nacionalcatolicismo»—. Incluso unos familiares les hicieron abandonar el cortijo en el que vivían, siendo acogidos por otra parte de la familia. También tuvieron problemas con algunos vecinos que, bien por ignorancia, o bien por injustificados recelos, actuaron de una forma intolerante para con ellos, dificultando la celebración de sus cultos. Incluso en alguna ocasión Miguel y su familia fueron «apedreados e insultados en la puerta de su casa». Fue por ese motivo por el que María Latorre, «Mariquita», madre de Miguel y abuela de Juanita, consagró la mejor habitación que tenía en su casa como capilla para el culto, donde la incipiente comunidad evangélica de Santisteban pudo celebrar su liturgia en paz. 

Miguel Padilla junto a su esposa y sus seis hijos
Miguel Padilla junto a su esposa y sus seis hijos

Destaca Loren Padilla, que una de las graves afrentas que también sufrieron fue el hecho de no poder asistir a la escuela que abrieron en Ricote, al lado de la ermita de culto católico que allí se levantó en la década de 1950 (más adelante referiremos algunos datos sobre ésta). Estos problemas se resolvieron durante el tiempo en que la escuela estuvo bajo la responsabilidad de una maestra llamada doña Juanita —se trata de Juana Moraga Alcázar—. Con esta maestra, tanto Juanita, madre de Loren, como sus hermanos, pudieron asistir a las clases con normalidad. Se impartían también clases de adultos. Todavía en los años 70, a las puertas de la democracia, algunos niños de las familias evangélicas continuaron sufrieron presiones y señalamientos en la escuela, como la imposición del rezo del Rosario. 

Algunos familiares evangélicos también tuvieron problemas a la hora de casarse civilmente, cosa que sólo lograron una vez emigraron a Valencia. Y, por supuesto, tampoco podían ser enterrados en el cementerio principal de Santisteban, por aquella época reservado solamente a los católicos, siendo relegados a la zona separada y delimitada del resto, denominada «El Corralillo», lugar reservado a los suicidas, niños sin bautizar y otras personas alejadas abiertamente de la Iglesia Católica. 

Como apunte, Loren nos cuenta que, con la llegada de las libertades, a principios de los 80, se pudieron abrir muchos templos evangélicos, algunos de nueva creación y otros reabiertos tras haber sido clausurados por el régimen franquista. Uno de los que se creó fue el que hoy existe en Santisteban del Puerto.  

Evangélicos santistebeños delante de su templo tras el culto. Década de 1980.
Evangélicos santistebeños delante de su templo tras el culto. Década de 1980.

Concluye Loren sus recuerdos matizando que el término «protestante» se ha usado muchas veces de manera despectiva contra su comunidad, pero que, siguiendo el ejemplo de su abuelo Miguel, nunca han guardado rencor a nadie, y su fe les ha ayudado a superar las adversidades. Pese a todos los agravios, los evangélicos oriundos de nuestra tierra, y especialmente aquellos que por las distintas circunstancias tuvieron que partir a otros lugares, llevan en el corazón a su amado pueblo Santisteban del Puerto, al que siempre han añorado cuando han vivido lejos de él. 

Foto de grupo donde destacan numerosos miembros de la comunidad evangélica de Santisteban del Puerto. Década de 1960. A la derecha, Paulino Padilla. En el centro, con bigote, Pepe Padilla.
Foto de grupo donde destacan numerosos miembros de la comunidad evangélica de Santisteban del Puerto. Década de 1960. A la derecha, Paulino Padilla. En el centro, con bigote, Pepe Padilla.

Comunidad Evangélica de Santisteban en RTVE – La 2

La comunidad evangélica de Santisteban del Puerto – Programa Buenos Días de la 2 de RTVE- 12 de diciembre 2021.

LOS ANTECEDENTES Y EL CONTEXTO 

La Reforma Protestante – «Primera reforma» en España 

En el siglo XVI, según la tradición, el fraile agustino católico, Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Todos Los Santos de la ciudad alemana de Wittenberg, como era costumbre para abrir un debate entre eruditos. Posiblemente lo hizo tras haberlas enviado al arzobispo de Maguncia, con la intención de que fueran debatidas. Estas tesis cuestionaban, fundamentalmente, el uso de las indulgencias y su abuso por parte del clero. Gracias a la imprenta, las tesis llegaron en pocas semanas a todos los rincones de Europa, y tras éstas, otros asuntos teológicos de calado, que dieron origen a la Reforma, un nuevo cisma en el cristianismo que influiría notablemente en la mentalidad y en la política de muchos estados europeos. 

En España, las tesis reformistas y el debate llegaron a las clases nobles y cultas, pero no prosperaron debido a la singular existencia de una institución de carácter judicial, que ejercía el control represivo y persecutorio en aras de la pureza religiosa, y que ya se había empleado a fondo previamente contra otros credos distintos del cristianismo católico: Hablamos, por supuesto, de la Inquisición Española. 

Aun así, hubo grupos reseñables de reformistas que radicaban en Valladolid y Sevilla. Y también existieron en España algunos de los reformistas más destacados, como Casiodoro Reina y Cipriano de Valera, a los que debemos la primera traducción moderna y completa de la Biblia al castellano, obra en la que se siguen basando las actuales biblias usadas por los protestantes hispanohablantes. También Antonio del Corro, que llegó a tener una cátedra en la Universidad de Oxford por sus escritos sobre la doctrina de la justificación.  

Muchos reformistas (como Reina, de Valera y del Corro) huyeron de la Inquisición estableciéndose en otros países de Europa, más tolerantes o incluso protectores del movimiento. Aunque también en Europa, las distintas corrientes radicalizadas que surgían en el protestantismo causaron otras tantas persecuciones y señalamiento de reformistas que no compartían sus tesis, como sucedió con el propio Antonio del Corro.  

Los que quedaron en los reinos de España fueron procesados con autos de fe por la Inquisición, y en muchos casos condenados a la hoguera. Fueron precisamente los autos de fe de Valladolid y Sevilla, los que se considera que terminaron con el movimiento reformista en toda la Monarquía Hispánica.  

La libertad religiosa en la España del siglo XIX  

Tras más de tres siglos sin la existencia de protestantes en España —salvo casos puntuales y anecdóticos—, se establecen durante el siglo XIX algunas colonias de extranjeros en distintas ciudades del país, fundamentalmente franceses e ingleses, al calor de la minería y la incipiente industrialización. Muchos de ellos profesando fe y cultos distintos del catolicismo. 

En esa época ni existía ni estaba garantizada la libertad de culto en nuestro país. La primera Constitución española, la de 1812, recogía una férrea confesionalidad católica de la nación y prohibía expresamente el ejercicio de cualquier otro credo. 

Sin embargo, lo habitual era hacer la vista gorda con los ciudadanos extranjeros, siempre que no alterasen el orden ni hicieran manifestaciones expresas o ejercicio público de su fe. 

Pero, en cualquier caso, surge un problema importante para estas comunidades a la hora de dar sepultura a sus seres queridos que han fallecido en suelo español.  

Es por eso por lo que sus cónsules, concretamente los cónsules ingleses, trasladan en el año 1831 una reclamación al rey de España, Fernando VII, a través del representante británico. Con anterioridad, muchos de estos cónsules ya habían comprado un terreno que usaban de facto como cementerio para sus naturales, como es el caso del primer cementerio protestante en nuestro país, establecido en un terreno adquirido por el cónsul inglés de Málaga en 1829. A raíz de la petición del representante británico, el 31 de diciembre de 1831 se publica en la Gaceta de Madrid una Real Orden de Fernando VII permitiendo estos cementerios y regularizando («cercando», dice la orden) los ya existentes.  

Estos cementerios no solo albergan los restos de cristianos protestantes, sino que en ellos también reciben sepultura judíos, ateos y en general, cualquier difunto que no hubiese comulgado con el cristianismo católico romano. 

En las constituciones posteriores a 1812 (Carta Real de 1834, Constitución de 1837 y Constitución de 1845, llamadas constituciones isabelinas), apenas se trataba el asunto de la libertad religiosa, o se hacía vagamente.  

Fue la Constitución española de 1869, elaborada tras la Revolución de 1868, —llamada «La Gloriosa»—, la que por primera vez reconoció la libertad religiosa en nuestro país. 

«El ejercicio en público o privado de cualquier otro culto queda garantizado a todos los extranjeros residentes en España, sin más limitaciones que las reglas universales de la moral y del derecho. Si algunos españoles profesaren otra religión que la católica, es aplicable a los mismo todo lo dispuesto en el párrafo anterior» 

Constitución Española de 1869 – Artículo 21 

Sin embargo, tras un breve periodo de libertad religiosa, la posterior Constitución de 1876 que dio origen al régimen de la Restauración Borbónica daba un paso atrás, tolerando solamente los cultos en privado, y prohibiendo las ceremonias y manifestaciones públicas distintas a las de la religión católica, que era de nuevo reconocida explícitamente como la religión del Estado.  

No fue hasta 1910 cuando un gobierno liberal presidido por José Canalejas dictó algunas leyes controvertidas para con la Iglesia Católica —p. ej. Ley del Candado, que impedía establecer nuevas órdenes católicas en el país—. Durante este gobierno se dictó una Real Orden (10 de junio de 1910) donde se matizaba el precepto constitucional de 1876, indicando que los «letreros, banderas, emblemas, anuncios carteles» y otros signos que den a conocer «edificios, ceremonias, ritos, o costumbres» de otros cultos religiosos no constituían por sí mismos una manifestación pública de éstos. 

Hasta ese momento no se podían siquiera anunciar o señalizar las capillas para el culto evangélico ni de ningún otro tipo. 

El resurgir del fervor religioso protestante en el S XIX – «Segunda Reforma» en España

El panorama en la España en el primer tercio del siglo XIX se puede ver como la agónica lucha por la supervivencia del Antiguo Régimen, y la pretendida instauración del Estado Liberal, basado éste en la teórica separación de poderes y en el reconocimiento de ciertos derechos y libertades. La Inquisición fue suprimida varias veces durante este periodo y definitivamente abolida en 1834. Aun así, la libertad religiosa no estaba amparada por la mayoría de las constituciones otorgadas, pero como hemos visto, se da una cierta tolerancia, interesada, con los extranjeros que no profesan la fe católica.  

Es en ese escenario donde empiezan a llegar al país misiones evangelizadoras promovidas por distintas sociedades cristianas protestantes, que vivían un momento de renovación e impulso misionero conocido como «despertar evangélico».  

Como vimos antes, tras una tímida implantación del protestantismo en distintas ciudades de España tras la Reforma del siglo XVI, éste fue eliminado de raíz, condenando a la hoguera o al exilio a los disidentes de la fe católica. Por tanto, la tarea de construir y generar una estructuración mínima de iglesias protestantes será llevada a cabo bajo el impulso y la tutela de estas misiones evangelizadoras extranjeras. 

Cabe destacar algunos nombres de españoles de esta segunda reforma, como el exsacerdote católico Juan Bautista Cabrera que fundó la Iglesia Española Reformada Episcopal en Gibraltar y fue consagrado como Obispo en Madrid por tres prelados de la Iglesia Reformada de Irlanda, siendo el primer Obispo protestante en España.  

Antonio de Vallespinosa, seminarista católico que antes de su ordenación sacerdotal abandona el seminario, y viaja hasta Gibraltar buscando ayuda y consiguiendo ingresar en el seminario teológico de Saint Adams cerca de Liverpool.  

También destaca Manuel Matamoros García, hijo de un teniente coronel destinado en Málaga que abraza el protestantismo en Gibraltar. Matamoros se significó por su activismo cristiano protestante, por lo que fue procesado por la Audiencia de Granada junto con otros acusados de apostasía pública y tentativas contra la religión católica. Fue condenado a 8 años de presidio por el entonces vigente Código Penal de 1848 y bajo la Constitución de 1845. Su situación tuvo gran repercusión en muchos países europeos, fundamentalmente en Inglaterra, donde la prensa y la Cámara de los Comunes se hicieron bastante eco. Finalmente le fue conmutada la pena por el destierro. 

Como vemos, Gibraltar era uno de los puntos principales, si no el principal, para la entrada de las doctrinas protestantes y también un lugar de refugio para todo tipo de heterodoxos españoles. Fue precisamente William Harris Rule (conocido como Guillermo Rulé), presbítero inglés de la Iglesia Metodista y misionero en Gibraltar, quien fundó en Cádiz la primera escuela protestante y la primera iglesia evangélica de España, en 1839. Esta iglesia funcionó clandestinamente hasta la revolución de 1868.  

Así pues, tras esta evangelización llevada a cabo por distintas sociedades protestantes durante el S.XIX y principios del XX, quedarán establecidas algunas iglesias y comunidades en muchas ciudades y pueblos de España. Estas comunidades tratarán, no sin dificultad, de encontrar su espacio de acción pastoral y educativa pese a situarse muchas veces en los márgenes de la ley y siempre de espaldas a la «oficialidad». 

La Spanish Gospel Mission de Valdepeñas  

Entre las distintas misiones evangélicas de finales del s. XIX y principios del s. XX destacamos la Spanish Gospel Mission (Misión Evangélica Española), por ser esta la que da origen a las distintas iglesias evangélicas de nuestro entorno, en el norte de la provincia de Jaén. 

Esta misión se crea en Gran Bretaña por distintas personalidades, como el director del seminario Regent’s Park Baptist College y otras personas de relevancia social con suficientes recursos económicos para poder sufragarla. 

Uno de los misioneros fundadores fue Percy Buffard, que había realizado varios viajes misioneros a España durante su época de estudiante en el seminario. En 1917 Buffard establece en Valdepeñas el corazón de esta misión, desde donde actuaría en distintas zonas de la Mancha y el norte de la provincia de Jaén.  

Contaría Percy Buffard con la ayuda de Félix Vacas, de Almagro. Félix formaba parte de la Sociedad Bíblica de España, establecida en 1836, cuya importancia radica en que es considerada como la iniciadora formal del ministerio cristiano protestante, en el marco de la referida segunda reforma en nuestro país. La Sociedad Bíblica tenía entre sus objetivos distribuir y promover la lectura de la biblia. Félix Vacas era colportor, es decir vendedor ambulante de biblias, que distribuía también folletos y otras publicaciones religiosas de corte protestante.  

Pronto se les uniría Miguel Aguilera, natural de Guarromán, en la provincia de Jaén. También Francisco García (padre), exsacerdote católico, se hará cargo de la escuela de la misión en los años 1920 y será pastor en Tomelloso. En torno a 1928 comienza a colaborar con la misión el misionero estadounidense David Sholin, que forma, junto con Percy Buffard, el Instituto Bíblico de Valdepeñas. La primera promoción de este instituto la formaron ocho estudiantes, la mayoría de ellos jóvenes, seleccionados entre las distintas iglesias de la misión. Por sus conocidas dotes a la hora de elaborar sermones, Aguilera sería el encargado de impartir homilética dada su habilidad con los sermones. 

Sobre el instituto y otros temas interesantes relacionados con la misión, habla Francisco García Navarro en su libro «Semblanzas, relatos anecdóticos de protestantes españoles en los años 1917 a 1936». El propio autor, hijo del exsacerdote católico Francisco García, fue alumno de esta primera promoción del Instituto Bíblico, donde coincidió, entre otros, con Antonio Zamora, de Chiclana de Segura, Esteban López, de Villanueva del Arzobispo, y Alfonso Suárez, referido por García Navarro como natural de Santisteban del Puerto, aunque parece tratarse de un malentendido pues realmente Suárez estaba naturalizado en Úbeda, y así aprecia en varias reseñas de la revista «La España Evangélica». 

Antonio Zamora, Esteban López y Alfonso Suarez. Fotografías del libro «Semblanzas»
Antonio Zamora, Esteban López y Alfonso Suarez. Fotografías del libro «Semblanzas»

Según esta publicación (disponible parcialmente en la biblioteca digital «Memoria de Madrid» bajo su título, «La España Evangélica»), en enero de 1931 existían en la provincia de Jaén las siguientes Iglesias y Capillas Evangélicas (copiadas literalmente): 

  • Aldea Hermosa de Montizón, calle Madrid 
  • Bailén, Calle del Agua, 5 
  • Baños 
  • Beas de Segura, Avª Primo de Rivera 
  • Chiclana (de Segura), Piñas. 
  • Chilluévar 
  • Centenillo 
  • Guarromán, Alcocer 5 
  • La Carolina: O’Donnell 7. 
  • Linares: Cambroneras 27 
  • Navas de San Juan: Castillo 4 
  • Sabiote 
  • Santa Elena (Jaén) 
  • Úbeda: Losal 18 
  • Villanueva (del Arzobispo): Goleta, 4 

Ya en mayo de este mismo año, se unen las siguientes: 

  • Arroyo del Ojanco 
  • Castellar de Santisteban
  • Jaén: Hornos Negros 4
  • Sorihuela 
  • Vilches 

Vemos que por estas fechas aún no existe ninguna iglesia ni comunidad constituida en Santisteban del Puerto. No obstante, en «La España Evangélica» podemos ver algunas interesantes referencias al culto evangélico en nuestros pueblos vecinos, quedando patente la implantación de las comunidades protestantes como consecuencia de las predicaciones de la misión de Valdepeñas, o incluso algunas con anterioridad. 

Merece la pena destacar que, aunque la actividad de la misión se desarrolle con dificultades y se encuentre con la fuerte oposición de ciertos sectores de la población de corte católico-conservador —como veremos a continuación en el caso de Úbeda—, no parecen existir trabas legales de peso, lo que les permite realizar su actividad fuera de la clandestinidad, editando incluso publicaciones periódicas como la que mencionamos. Esta situación de cierta tolerancia se produjo a raíz de la mencionada ley de 1910 del Gobierno de Canalejas, que había relajado las condiciones para los cultos de las confesiones no católicas. Será en los años 1930, tras la proclamación de la II República y la aprobación de la constitución de 1931, cuando por primera vez se garantice la libertad de culto en nuestro país. 

Comunidades evangélicas en Úbeda e Iznatoraf antes de la Guerra Civil 

Destacamos la actividad de los evangélicos en Úbeda, por ser la ciudad más relevante en nuestro entorno en la que se establece una comunidad, y también el caso de Iznatoraf, por ser la más antigua de la que se ha encontrado referencias. En ambos casos parece que, efectivamente, existían fieles evangélicos con anterioridad a la misión de Valdepeñas de Percy Buffard.  

En Iznatoraf, queda claro —por las distintas reseñas de «La España Evangélica»—, que la comunidad se establece aproximadamente en 1860, en torno a la figura del Higinio Gutiérrez, el cual ejercía un «pastorado natural», y surge a raíz de la introducción en este municipio de una biblia conocida como «la Biblia abuela», denominada así por ser el instrumento de conversión al cristianismo protestante de varias generaciones. 

En el caso de la comunidad de Úbeda, se desprende de diversas reseñas en «La España Evangélica», que inicialmente el culto se establece con el impulso del colportor Luis Vicente Pérez y de su esposa Isabel Rodríguez Arias, en torno a 1895. Esta fecha es estimada, teniendo en cuenta las fechas de nacimiento de ambos, ya que en las reseñas indican que Isabel y Luis establecieron una misión en Úbeda cuando se casaron. 

Luis Vicente Pérez nació en Iznatoraf en 1859, y perteneció a la comunidad evangélica de este municipio, junto con otro destacado colportor torafeño que fue Antonio Manjón Ibáñez (yerno del pastor Higinio Gutiérrez). Durante su juventud ejerce su profesión de colportor en Minas de Riotinto, en Huelva. Tras casarse con Isabel Rodríguez Arias, nacida en Besullo, provincia de Oviedo, establece con ella una comunidad en Úbeda, marchando después a Valladolid y finalmente a Castellón. 

La comunidad evangélica establecida en Úbeda por Luis Vicente Pérez y su esposa seguramente se vio impulsada por la misión de Valdepeñas de Percy Buffard.  

Hemos encontrado referencias de esta comunidad en prensa ya en el año 1925, concretamente en el diario «La Provincia», de corte católico y conservador. 

En el nº 1130 de ese diario, con fecha 19 de agosto de 1925, se publica un artículo titulado «Voz de Alarma» alertando contra la propaganda protestante en España. El artículo señalaba como un problema la asistencia de jóvenes a la capilla protestante de Úbeda, presumiblemente fomentada por la misión de Buffard. 

En el nº 2144, con fecha 3 de enero de 1929, se reseña un sermón católico en el que se vuelve a alertar sobre la propaganda protestante, cada vez más intensa en Úbeda, ante la «pasividad de las autoridades y de todos los católicos». 

El nº 2708 de «La Provincia» fechado el 7 de noviembre de 1930, se publica un artículo de la serie «Postales Históricas de Úbeda», en la que se tratan asuntos de la historia y el patrimonio de la ciudad. En este artículo, firmado por Miguel Campos Ruiz, se esbozan pinceladas y rememoran anécdotas de la historia de Úbeda. Lo sorprendente es la conclusión, saliéndose de la temática tratada para traer a colación de nuevo el «problema» que suponen los protestantes, diciendo que «En Úbeda se ha hecho mucho y bueno […] pero hemos de procurar que una página que se ha escrito en nuestra historia con la capilla protestante se borre por completo para que no quede rastro de ella. El clero y la Asociación de señoras y señoritas están dispuestos a trabajar con verdadera fe y entusiasmo.» 

Y efectivamente, alguna maniobra previa hubo para cerrar la capilla protestante, pues en el número 571 de «La España Evangélica», fechado el 8 de enero de 1931, se relata una crónica sobre la inauguración del nuevo local en octubre de 1930. Se trataba de un «saloncito» alquilado, para hacer frente a las amenazas de cierre del anterior local por parte de las autoridades, supuestamente por no reunir las condiciones necesarias. Para la inauguración tuvieron una semana de cultos especiales, tal y cómo les había prometido Miguel Aguilera, de la Misión de Valdepeñas, que los acompañó dando varios «solemnes sermones». También intervinieron Sebastián Villar, de Navas de San Juan, y Antonio Zamora, de Chiclana de Segura. Firma la crónica Irene Pérez, de Úbeda. No sabemos si tenía alguna relación de parentesco con el mencionado colportor Luis Vicente Pérez. 

Precisamente Antonio Zamora, formado en el Instituto Bíblico, es una de las figuras más activas de la Misión de Valdepeñas, a tenor de las reseñas publicadas en la España Evangélica. 

Del 27 al 30 de septiembre de 1931 se celebra la Convención de Jóvenes Cristianos en la Iglesia Evangélica de Úbeda. Se encarga de su organización la ya referida Irene Pérez.

Fotografía de grupo de los asistentes a la convención de jóvenes cristianos de Úbeda, 1931. Publicada en «La España Evangélica» del 8 de octubre de 1931.
Fotografía de grupo de los asistentes a la convención de jóvenes cristianos de Úbeda, 1931. Publicada en «La España Evangélica» del 8 de octubre de 1931.

Sebastián Villar, como figura destacada de la Iglesia Evangélica en Navas de San Juan, realizará una importante labor por los distintos pueblos del norte de Jaén, celebrando entierros, matrimonios, bautizos por inmersión…, asistiendo espiritualmente a comunidades como la de «Aldea Hermosa de Montizón», junto con el ya referido Esteban López, de Villanueva del Arzobispo y alumno de la primera promoción del Instituto Bíblico de Valdepeñas.  

Villar participó en diversos actos y «mítines de propaganda evangélica» junto con Miguel Aguilera, como en la citada inauguración de la capilla de Úbeda, pero también en otros actos destacados, como el mitin en el teatro de Sorihuela de Guadalimar, junto a Antonio Zamora y Esteban López, celebrado en noviembre de 1931. 

Izquierda, Miguel Aguilera. Derecha, Sebastián Villar, pastor en Navas de San Juan. Sentado, Francisco García. Fotografía del libro «Semblanzas»
Izquierda, Miguel Aguilera. Derecha, Sebastián Villar, pastor en Navas de San Juan. Sentado, Francisco García. Fotografía del libro «Semblanzas»

Es el día 8 de noviembre de 1928 en el que queda inaugurado un nuevo local en Navas de San Juan para la predicación del evangelio. Se celebraron cultos especiales durante los días 8, 9 y 10 de dicho mes, con «numeroso auditorio […] teniendo que quedar muchas personas en pie y en la calle». El día 10 dio un sermón Aguilera, y para las reuniones de señoras contaron con Irene Pérez, de Úbeda. En estos días se reparten tratados y se estima que unas 300 personas habían oído las predicaciones. 

Sobre la comunidad evangélica en Castellar (nombrado entonces como «de Santisteban»), apenas hay referencias, salvo algunas menciones de sus fieles, como el bautizo por inmersión en Navas de San Juan celebrado en agosto de 1931, en el que además de Juan Martínez, Agustín Collado, Lucía Quesada, Antonia y Carmen Collado, María Valera y Encarnación León, todos naturales de Navas, se bautiza también Regina Rodríguez, de Castellar. En nº 699 de la «España Evangélica» del 10 de mayo de 1934, aparecen inscritos como congresistas asistentes al III Congreso Evangélico Español los siguientes vecinos de Castellar: Andrés Alfaro, Josefa Fernández, Consolación Fernández. 

Manuel Jurado, pastor de Sabiote y de Santisteban del Puerto 

Según se recoge en un artículo de Blas Luis Carmona para la revista «La Puerta de la Villa» nº 3, de 1995, Manuel Jurado Poyuelo nació en torno a 1912 en el seno de una humilde familia de Ibros que residía en Úbeda, dado que su tío Cayetano Fernández, sacerdote católico, estaba destinado allí. Manuel trabajaba de albañil, y un día su cuadrilla recibió un encargo para acondicionar una amplia dependencia cuyo fin no les habían comunicado. Mientras duraron las obras «le sorprendió la bondad y templanza de los dueños de la casa», de los que decía que «no nos regañaban nunca, aunque se cayeran los ladrillos».  

Manuel Jurado en el templo evangélico de Santisteban del Puerto
Manuel Jurado en el templo evangélico de Santisteban del Puerto

Al terminar la obra se enteraron de que acababan de construir una capilla para el culto protestante, a cuya inauguración fueron invitados todos los miembros de la cuadrilla de albañiles.  

Se trata, probablemente, de la capilla evangélica de Úbeda inaugurada en 1930 y que referimos más arriba, o quizá pueda ser incluso la capilla anterior, que dejó de usarse por recibir amenazas de cierre. Esto último es quizá menos probable, ya que se habla de una obra en un local dedicado exprofeso al culto, por lo que se entiende que el lugar cumpliría con los requisitos requeridos por la autoridad, no dejando margen para las amenazas que darían lugar a su cierre. En cualquier caso, son especulaciones, y sea en una u otra capilla, lo cierto es que Miguel Jurado entra en contacto en ese momento con la comunidad evangélica de la Misión de Valdepeñas en Úbeda. 

Al poco tiempo, Manuel Jurado se traslada junto con su familia a Sabiote, donde conoce al evangélico Juan José Suárez (¿quizá emparentado con Alfonso Suárez, ubetense del Instituto Bíblico?). Allí se convirtió al protestantismo, y tras la guerra civil, ingresó en la Misión Evangélica de Valdepeñas, ejerciendo como pastor de Sabiote y asistiendo también a las iglesias del Condado y de Las Villas. 

Y este es el punto donde ya hemos podido conectar toda la condensada exposición cronológica de hechos, lugares, colportores, misioneros y pastores, con la comunidad evangélica de Santisteban del Puerto, cuyo origen y memoria expusimos al principio de este artículo. 

Manuel Jurado celebrando un bautizo por inmersión en Santisteban del Puerto
Manuel Jurado celebrando un bautizo por inmersión en Santisteban del Puerto

La libertad religiosa en la dictadura – La ermita de Ricote

Como acabamos de mencionar, Manuel Jurado ingresa en la Misión Evangélica tiempo después de acabada la guerra civil. Sin embargo, tras la contienda y con la dictadura se vuelve a una situación de casi ilegalidad en cuanto a la realización de ceremonias y cultos públicos. Es así como recogía este punto el «Fuero de los Españoles», una declaración de derechos y obligaciones genéricas de los «españoles» —que no de los ciudadanos—: 

«No se permitirán otras ceremonias ni manifestaciones externas que las de la Religión católica» 

Podemos entender con esto la dura situación que nos relata Loren Padilla al comienzo de este artículo sobre la comunidad evangélica santistebeña en sus inicios, coincidiendo con la etapa más dura de la dictadura y bajo unas leyes represivas en todos los ámbitos, y en particular con los cultos no católicos. 

Esta situación queda patente en una serie de actuaciones llevadas a cabo desde la alcaldía de Santisteban del Puerto que culminan con la construcción de la ermita de Ricote, paraje ubicado en el término municipal de Santisteban del Puerto, que dista unos 9 kilómetros de la localidad. 

Ricote, rebosante en otros tiempos de huertas y de cortijos habitados todo el año, donde no faltaba trabajo en las labores del olivar, fue el lugar en el que Ramoncico Padilla tenía su cortijo y sus olivos, y fue la cuna de la comunidad evangélica santistebeña, como ya hemos visto. La población allí asentada no paraba de crecer, llegando a tener la consideración de pedanía. 

Se puede ver la importancia que llegó a tener el lugar en cuanto a núcleo de población, a tenor de las decisiones que tomó el Ayuntamiento de Santisteban del Puerto sobre el lugar. Concretamente, el 16 de febrero de 1948, Paulino Parrilla Segura es nombrado alcalde pedáneo de la zona de Ricote por el alcalde de Santisteban, Agustín Sánchez-López Conesa, con la aprobación del Gobernador Civil de la provincia de Jaén. 

El primero de marzo de ese mismo año, «el vecino de esta villa Francisco Olid Cerón pide a esta corporación que se le nombre guarda particular jurado dependiente de la pedanía de Ricote […]. El ayuntamiento, atendiendo a las condiciones del solicitante, acuerda nombrarle para dicho cargo.» 

Al margen de esta obligada necesidad, las autoridades de Santisteban determinaron que también era imprescindible, casi inevitable, establecer un lugar de culto católico que contrarrestara el incipiente evangelismo allí surgido. 

Este hecho queda reflejado en un informe de conducta emitido por el Juez de Paz de Santisteban sobre el alcalde Agustín Sánchez López-Conesa, en el expediente instruido por presuntas irregularidades que terminó con su cese, y que tuvo como causa de fondo el enfrentamiento entre las facciones falangista y carlista en la localidad. En este informe, fechado en 15 de marzo de 1949 y conservado en el Archivo Municipal de Santisteban, se puede leer lo siguiente en referencia a Sánchez: 

«Llevado de su fe católica, no bien tuvo conocimiento de que en el paraje de Ricote de este término Municipal había surgido una secta o congregación protestante que revestía caracteres de gravedad, se propuso combatir la misma por la verdad católica, poniéndose al habla con el Excmo. Señor Gobernador Civil de la Provincia y el Excmo. y Rvdo. Señor Obispo de la Diócesis, a los que hizo ver la necesidad de construir en aquel paraje bastante poblado una Ermita que habrá de llevar aneja una Escuela, y a cuyas obras dio comienzo inmediatamente.» 

En ese contexto de preocupación de las autoridades por el establecimiento de la comunidad evangélica en Ricote, el 18 de febrero de 1948 se da cuenta en el pleno municipal de la donación «libre y espontánea» por parte de Pedro Cátedra Galdón, de 341 metros cuadrados de su propiedad en la zona denominada «la Aldeílla» (en Ricote) destinados a construir una Iglesia o Ermita y vivienda para sacerdote, junto a una escuela. Lo hace por haber llegado a su conocimiento este propósito de las autoridades. Queda condicionada la donación al uso mencionado, y si alguna vez dejara de usarse para ese propósito o se vaciara el emplazamiento, el terreno volvería a su propiedad o la de sus herederos. 

El 16 de marzo de 1948 se refiere en las actas municipales que el alcalde Agustín Sánchez da cuentas a la corporación de varios asuntos, entre ellos de la construcción de la Ermita de Ricote. 

Casi un año después, el 6 de febrero de 1949 se despide Agustín Sánchez en el pleno del ayuntamiento, ya cesado en sus funciones de alcalde, y el proyecto de la Ermita queda en el aire. 

Será en 1954 cuando se reanude su construcción con la ayuda del Obispado de Jaén. Diez años después, en 1964, se realizan obras de reparación del templo según se lee en las actas de sesiones del Ayuntamiento. A partir de esa fecha, debido a la fuerte emigración y despoblación de la zona, la ermita se terminó cerrando al culto, quedando el templo abandonado y reducido a escombros. 

Antigua Ermita de Ricote,  de culto católico. Fotografía de Francisco Olivares Barragán publicada en su libro "Pascuamayo" en 1982.
Antigua Ermita de Ricote, de culto católico. Fotografía de Francisco Olivares Barragán publicada en su libro «Pascuamayo» en 1982.

Últimos años de la dictadura y situación actual 

En 1967, tras el Concilio Vaticano II, que se modificó la redacción del Fuero de los Españoles para reflejar la nueva realidad que surgía en la Iglesia Católica: 

«El Estado asumirá la protección de la libertad religiosa, que será garantizada por una eficaz tutela jurídica que, a la vez, salvaguarde la moral y el orden público» 

Oficialmente se toleraban los cultos distintos al católico, y se legisló en consecuencia, habilitándose un registro de iglesias.  

La Iglesia Cristiana Evangélica de Valdepeñas fue inscrita en el Ministerio de Justicia el 7 de enero de 1969, dando de alta con esta fecha secciones locales en Santa Cruz de Mudela, Úbeda, Aldehermosa, Sabiote, Chiclana de Segura, Villanueva del Arzobispo y Santisteban del Puerto. 

Pese al cambio favorable en la legislación de la dictadura, los prejuicios latentes en una parte de la sociedad todavía daban lugar a algunas situaciones de discriminación, como nos recuerda el relato de Loren Padilla. 

Finalmente, con el restablecimiento de la democracia y la aprobación de la Constitución de 1978, se reconoce plenamente la libertad religiosa en nuestro país, garantizándose la libertad ideológica, religiosa y de culto sin más limitación que el orden público (artículo 16).  

A día de hoy, la comunidad evangélica continúa establecida en Santisteban del Puerto, con la asistencia del pastor de Villanueva del Arzobispo, celebrando su culto dominical en la C/ Paco Clavijo nº 61. 

Templo de la Iglesia Evangélica de Santisteban del Puerto (Fuente - Santisteban EU)
Templo de la Iglesia Evangélica de Santisteban del Puerto (Fuente – Santisteban EU)

Como dijimos al comienzo, hemos pretendido perpetuar la memoria de la comunidad evangélica santistebeña, memoria de nuestros paisanos y hermanos que un día decidieron ejercer su libertad y su fe pese a todas las dificultades.  

Su memoria es una parte más de la rica y común memoria de Santisteban. Y para entenderla y comprenderla mejor, nos hemos atrevido a transitar por los caminos de la historia tratando de entender el origen y los avatares de los protestantes en nuestro país, para comprender mejor las circunstancias en las que surge la comunidad santistebeña.  

Hemos consultado distintas páginas y estudios especializados, escuchado conferencias de expertas en la materia, buscado en hemerotecas digitales y leído algún libro sobre testimonios y personajes. 

Todo ello con el afán de ofrecer siempre datos rigurosos y citando las fuentes para que cada cual pueda indagar o contrastar por sí mismo. 

Más allá de consideraciones sobre la fe o la religión, la historia de la Reforma es una historia apasionante que sin duda ha marcado el rumbo de Europa y del mundo en los últimos 500 años. Nos damos por satisfechos si con este humilde pero denso repaso divulgativo satisfacemos la curiosidad de algunos, y arrojamos algún dato de interés sobre personas de un pasado que queda cada vez más lejano. 

Mi agradecimiento a Loren y Ramón Padilla por sus testimonios, y al Ayuntamiento de Santisteban y Jacinto Mercado por las facilidades para consultar el Archivo Municipal. 

FUENTES CONSULTADAS

Todos los recursos web fueron consultados en agosto de 2022. 

Fotografías familiares proporcionadas por Loren Padilla. Las demás fotografías han sido extraídas del libro «Semblanzas», de la publicación «La España Evangélica» (Memoria de Madrid), del libro «Pascuamayo» de Francisco Olivares y de SANTISTEBAN EU. 

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